
De esta semana lo más importante fue lo que realizamos de servicio social, finalmente llego el momento que estabamos esperando: el poder otorgar una vivienda a la gente que realmente lo necesita. La experiencia fue alucinante, el ver a más de 100 jóvenes, con la intención de poner su granito de arena para poder ayudar a su país, fue impresionante.
Desde el viernes que estuvimos ahí hasta el domingo estuvo lleno de experiencias que a ninguno de nosotros se nos va a olvidar, el hacer las casas no resulto tan fácil como pensabamos, sin embargo sólo teníamos un objetivo, el entregar la casa el domingo. Sí o sí.
El construir fue una experiencia muy padre, pero el convivir con don José fue algo mucho mejor. El señor era muy serio, sin embargo la cuadrilla empezo a platicar con él y así fue como se fue abriendo con nosotros, y así conocimos muchos aspectos de su vida que nos compartio. Conocimos a sus nietos y a su hijo, al que también se le construyo una casa. En el momento en el que compartiamos la comida se sentía que todos eramos una familia, y tratamos de hacerla lo más perfecta posible, como si fuera para nosotros, porque de una manera u otra don José fue y es ahora una parte de nuestra familia.
La mayoría de todos los que fuimos queremos regresar para poder ayudar a más gente y apoyar este proyecto que va y está mejorando al país.

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